La obra de Tom Carr, como bien define el mismo artista, “quiere incidir en la importancia del espectador como elemento que percibe activamente y que, con su voluntad de ver, construye. El ojo es mío, su línea, aunque simple, pertenece a mi anatomía y simboliza la mirada particular, la creación, mi manera de acercarme a la vida”. La exposición de la galeria muestra un recorrido por la trayectoria de Tom Carr, el cual, a lo largo de su evolución, ha ido configurando una relación directa con la forma, un trabajo de síntesis con los mínimos elementos y desde el punto central de la forma, conseguir establecer un diálogo directo con la energía generada. Tom Carr, nacido en Tarragona en 1956, es profesor en la Escola Massana de Barcelona y ha sido profesor en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, entre otros centros. La obra de Tom Carr indica la voluntad del artista de expandir su obra a través de diversas olas que posibilitan conocer su evolución y que proporcionan diferentes visiones de la obra escultórica. Su obra se genera a partir de un centro que pasa a convertise en una espiral que crece sobre si misma y se transforma en hélice para llegar a quedar fijada en la forma de la pirámide. “La luz proyectada – en este caso sobre grandes superficies- transforma las características físicas del lugar donde el espectador está situado y juega con su percepción. No se trata de costruír espacios habitables o inhabitables, tal como hace por ejemplo Bruce Nauman a partir de la percepción psicológica de la luz y el color; Carr hace un uso más escenográfico de la iluminación, la luz baña los muros de la sala, como si formara parte del ambiente, de manera que las paredes, el techo o el suelo se transforman en elementos inesperados” describe Fina Duran. La luz, el movimiento, el color son algunas de las otras olas creativas surgidas de la obra de Tom Carr.